
Fotografía: Andrés Juvenal Munizaga.
Cuento:
– Vidas robadas (2011)
Novela experimental
– Anteojos de sal (2013)
Ensayo
– El silencio final: Representación y gesto en Diario de muerte (Argentina, 2015)
Poesía
-Tres (2016)
– Botánica (España, 2020 – Chile, 2023)
– Tres cuartos (España, 2021)
Relatos
– Cartografía (2022).
- Rodrigo Ponce (Todas las madres me recuerdan a ti menos la mía)
- Germán Alcalde de la Rosa (Huida)
- Cristina Bravo Montecinos (Jardines)
- Joan Deusa (Camelot o la poesia social)
- Florencia Smith (Estética del tajo)
- Ale Oseguera (Mi rostro es un mapa de mi cuerpo)
Ashle Ozuljevic Subaique
Botánica (Oxímoron, 2023. Chile)
TAXONOMIA
CARICA PAPAYA
Hoy ha muerto el papayo de mi casa
por el exceso de agua caída en su esquina,
se ha podrido
confirmo
cuando salgo a jugar con el perro que nos adoptó
trepo a la pared vecina para rescatar
los últimos frutos maduros
que más tarde mi hermana
usará como perfume de auto
y que ahora penden del ápice del tronco
allí
en su cima
las hojas aglomeradas y alternas
parecen no enterarse de su expiración
mientras desde la base
la podredumbre emerge e inunda el espacio
se propaga por los alrededores
calcinando
la vida que en torno lucha
se lo cuento por teléfono:
se
ha
podrido
el
papayo
por
exceso
de
agua
y agua se le hace la boca
por decirme
que no todos los seres
necesitan tanto líquido
tantos cuidados
tanta atención
anoto mentalmente
que no todos los árboles,
por decir algo,
soportan
la hidratación excesiva
mis celos de madre primeriza y solitaria.
Insiste en que aprenda
esta lección de botánica:
tanta vigilancia y esmero
ha terminado por aniquilar al papayo de casa
yo callo
y pienso
con la boca también aguada
que
no era al papayo al que yo regaba
sino al jazmín
vecino delicado y cómplice
a cuyo costado me siento
para aserruchar el tronco del árbol extinto
y embolsarlo como basura
sus rubias raíces podridas cuelgan pesadas ofreciéndose a Wulf,
quien mastica las hebras, aumentando la fetidez de su aliento animal.
Mientras,
glorificando la vida,
en el espacio que carica papaya ha dejado
yacen semillas y restos vegetales de casa
compost o carnaval medieval en el fondo del jardín:
alguien debe morir para que otro nazca
totalidad que precisaba desocuparse para volverse a llenar
sepulto al papayo entre filosofías baratas
y riego con mensajes el hueco que ha dejado:
palabras movidas por el aire rancio de su descomposición
hechizo flotante
nacerán campos enteros gracias al espacio vacío
del papayo y de quien escuchaba al otro lado de la línea,
solo la tierra basta
y la vastedad de las palabras.
URTICA DIOICA
Sacar la ortiga contando hasta diez:
una prueba de que cualquier sufrimiento
podrá ser soportado
aguantar sus minúsculas espinas
entre los dedos
entre los párpados
sus palabras punzantes en el caracol de mi oreja
apretar con las manos firmes
el ramillete de ortigas y maleza
los ojos bien abiertos al sol de madrugada
sin cuestionarme por qué
arrancar la ortiga y no
la yerbabuena
extendida por todo el jardín
resistirme esos calambres breves
cuando su lengua roza mi piel viva
encontrarme con sus ojos de ortiga
y sostenerle la mirada
batalla contra la urticaria que se vuelve crispadura
el hervor de la sangre
la erección de la piel
no pregunten por qué no lo arranco
ni lo extirpo todo
por qué todavía cargar
la espina de sus ojos-maleza
en la superficie completa
de las plantas
de mis pies.
OCIMUM BASILICUM
Y es que una no puede estar todo el tiempo sacándole las flores a la albahaca
por más que crezca bella de ese modo
una no puede
estar todo el tiempo atenta al cogollito
atenta a esos pétalos mínimos blancos
y frágiles que
más temprano que tarde
echarán a perder la relación entre jardinera y vegetal
porque una lo que quiere es que la albahaca exista
ella
con sus hojas verdes más que ninguna
su aroma a niñez
a casa de la abuela en Recoleta
no se puede
repito
estar atenta a la florcita de la yerba basilea
por más noble y fecunda que sea ésta
aun cuando sea un tributo que la planta nos entregue
cual gato con la paloma muerta a la entrada de la cocina
al que debe dársele un alimento especial en agradecimiento
como dice Henrickson
entrar
en esa lealtad ciega
de revisarle cada cierto tiempo
la puntita a la albahaca
para
con el filo de las uñas
podarle sus botoncitos
con pistilo y todo
resguardar
esa lealtad ciega
pero a quién.
CUIDADOS DE UN JARDÍN
Como cada mañana
el ritual de mi alegría:
ingresar al patio
a ocuparme de las plantas
hablarles en su lengua vegetal
no poder sino así partir el día
entumida atestiguarles sus dolencias
n o h a y m á s f r á g i l q u e e l f r á g i l d e l a f l o r a
ni mutismo más profundo
ni agonía
su secarse es paciente y silencioso
se acompasa a mis dolores solitarios
nuestras pieles ya comienzan a hermanarse
la fractura de mi pecho y de sus tallos
en el frío acompaño a mis zarzas
alcanzando la razón de sus espinas
en la albura darle cuerda a los sentidos
al tiempo darle espacio entre mis plantas
hasta que anochezca esperando, Alejandra
que se abran las flores y revelen
el corazón
que no tienen.
*
¿Y si, como pregunta el poeta,
el mal hubiese tomado un lugar a mi costado?
¿si buscó pegarse a mis ojos como ahora
sin permitirme ver haces de claridad
aun con la mañana fulgurante frente a mi rostro?
arar la tierra, arar la tierra, arar la tierra
quitar las raíces muertas eliminar los brotes resecos
profundizar en el surco
arar la tierra
penetrar con mis dedos el suelo resquebrajado y limpiar las malezas de este patio huérfano
arar la tierra, arar la tierra, arar la tierra
sentir el goce del prado al recibir por vez primera en siglos
rayos de luz, gotas de rocío
Arar la tierra. Quitar las raíces quemadas desprender todo brote de vida muerta persistir aun en mi memoria y no detenerme ahí
eliminar
también
los brotes de muerte
eliminar las raíces de todas las evocaciones
sacar con los dedos enguantados en lastimada piel desnuda los brotes del recuerdo
arar la tierra arar mi memoria arar la tierra
eliminar los pensamientos que me enraízan al pasado
como presa de un trance
extasiada
eliminar todo rastro de memoria
restablecer la tradición de mi sangre limpiando los granos de arroz:
tomar
todo pensamiento
y aventarlo
que decante lo preciso
que el resto se lo lleve la brisa más leve
que en el mundo sople
tomar mis recuerdos y arrojarlos a la borrasca
que solo sobreviva el grano fuerte, no la broza
que perdure el germen de una nueva memoria
aun no plantada ni contaminada con polvo
arar la tierra arar mis pensamientos arar la tierra
eliminar cualquier residuo muerto o fértil
de una vida anterior en la que el mate se cebaba
cual ritual sobre el césped,
la existencia previa
ida
en que con cuatro manos labrábamos nuestro campo
este cementerio abandonado.
*
El agua que no se mueve
se congela
en Tierra del Fuego
se llena de sales
quienes pueden escucharla
terminan por comprenderlo
y se van
la lenga
tiene todas las ramas mortificadas
también le obedecen
algunas
y no saben cómo salir del calambre
que no hallan dónde empieza
pudo
papá
caminar por la estepa patagónica
reconociendo hierbitas empecinadas
que su madre no usaba para sanar los dolores;
pudo su sangre
crecer en la hostilidad
caminar por la llanura
recordar el lugar exacto del cerco de madera que el tiempo ha despintado
recordar
no a su madre ni a sus pomadas contra la quemazón
única imagen que la vuelve humana
no el verano ni los primaverales amores
recordar
fue recordar al guanaco
que lo lanzó un par de metros
recordar
que lo pateó a una edad
en que los números eran difusos
y él ya era huérfano.
El ser que no se mueve
se desfigura
en Tierra del Fuego
acostumbrándose a los tormentos
pregúntale al ñire
pregúntale al michay
el agua que no se mueve
se congela
jugamos en el cementerio con
un bloque de hielo que alberga
musguito de la tumba de mi abuela
sphagnum magellanicum
un nombre borrado sin siquiera
plásticas rosas la flora
común de esta ciudad blanca en miniatura
el frío constriñe las moléculas
una densidad en la que nunca existe siempre
el congelamiento
dificulta
la podredumbre
inhibe
la descomposición
fortalece la muerte.
II
Soy lo que queda de mí
la fotografía de cogollos y hojas de albahaca
entre dedos para nada femeninos
coronados con anillos de crecimiento
prestos a ser leídos, capturándola
ni planta venenosa
ni santa planta
sino ambas
y todo lo contrario
lo dijeron otros:
como Ley de Plata no merecer reverencias ni rechazos
okimo, junto a mis libros
recibir amor italiano o buenaventura griega
el aroma alhabegoso de poderes naturales
la defensa del espíritu
estragol que perfuma el costado de mi cama
aliento de luz que fotografío
desenfocando las huellas dactilares
ramo fresco que corona mis yemas con las suyas
en las que creo religiosamente:
estragol
toxina de acción lenta
bombea bajo el esternón esa teratogenicidad
desaconsejada para lo que busca ser fértil
disparo la foto
pero cuál es el objetivo
desenfocadas mis huellas
junto a la flor llena de semillas prestas a marchitar la planta sagrada
o la mellada uña roja que la corta
soy lo que queda de mí
eremita
que ha terminado por hermanarse con la tierra y sus brotes
simbiosis comprendida
entre ser botánico frágil y frágil humana que los protege
su soledad la soledad
dolencias y terrores por cataclismos inesperados
vaivenes que sacuden una estabilidad imaginaria
fotografía de
los dedos de
huellas cada vez más claras y enrevesadas
qué fotografío cuando me pienso en el iris y en el germen bajo la lluvia
cuál es la captura en esta imagen de dedos y hojas
de ojos y dátiles
de planta que cerceno para que mantenga su majestuosidad
qué es lo que fotografío
qué quiero capturar
cuáles recuerdos escojo
y qué estoy
realmente
preguntando.
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