Sergio Salamanca (1988). Actualmente trabaja su primer libro.
- Diana de la noche
- Joannes lillo
Sergio Salamanca
(de Maud Gonne)
Al Jacob, Mariel,
Tío Roche, Nahuelbuta,
¿un Dior? Javier del Prado,
Ele & Ele (L&L)*
En algún lugar de Tahití
¿Gustavo y la marca, eslogan, fonema?
Yo invito;
Entonces
Nos hicimos
El signo de la cruz,
ese signo
que no hace
las paces con nadie
porque nadie
deja el signo en paz.
Con las sienes pegadas al pensamiento
siamés, cabeza cabeza hermanados, más
nobles que el día, almidonamos al rojo vivo
el pensamiento del suicida, Tú, como nosotros,
como el estigma.
cuando cese boquiabierto ¿un durazno? salsipuedes y hasta pronto trae
mano cierto cada noche sin salida hacia dónde cada vez menos cuenta
menos que retorna de mi voz ya por fin ni siquiera falta voz cómo era hace
falta sacacorchos trae vueltas en risitas tengo el mango endereza espalda
hombros voy de nuevo mano derecha índice después a cuatro dedos de
aquí a cambio de que por defecto te sigo sí también espalda hombros
índice mano derecha no hace falta cuenta menos cuanta noche por
delante había noche era cómo por defecto cada risa cada vuelta ni
siquiera tengo el mango voy de nuevo mano derecha índice después
derecha por defecto espalda hombros sí también
a cuatro dedos de aquí cada vez menos cuenta menos que risitas
sacacorchos tengo el mango trae vueltas no hace falta de que por
defecto te sigo sí también mi voz ni siquiera di al menos lo mínimo
que médium sea leerme los labios antes traigo noticias de atrás
en voz de la siguiente voz, que de la siguiente voz a las siguientes voces,
subsiste, me atraso en decirlo, espalda hombros endereza no hace falta
índice después de que por defecto sí mano derecha trae cada cuenta.
O acaso los dictados automáticos de Yeats, que de la boca dormida de
Maud Gonne aparecían oraciones que luego despierta, ella misma leía:
“Y quien soy yo para desnudar el terror ajeno, si todavía me dedico a
sexualizar ahí, donde calamidad de fantasmas tienden a sodomizar
en vano” … “Puedes ver tú los excesos que cuelgan de la punta del lápiz?”
… “Puedo amarillear la garganta tuya con pensamientos que te pondrían
a defecar entero”. Y para cuando la boca de Maud, se llenaba de cólera y baba,
y las palabras transcritas que William iba anotando, eran el recelo mismo
de fantasmas que aprietan la cuerda del ahorcado, hasta que le abría
los parpados y con delicadeza de enfermo, limpiaba su mentón,
recibían el viento de la tarde, a la sombra de la Torre Ballylee.
1 comentario
que
5 julio, 2021 at 20:36derramando opacidad en los ojos formando pedazos de espuma cerrando en medida el latido del entrelazamiento en el lecho salvaje de años dulces de sombras vivientes (¡realmente necesito el libro advenidero!)