Juan Pablo Salinas

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Juan Pablo Salinas (Cochabamba, 1986) Ha participado en festivales y encuentros en Bolivia y el exterior. Ha sido antologado en “F/22 Antología de poesía cochabambina”, «Ulupica, trece poetas bolivianos y “Svendsen: Siempre sucede algo, aunque no sea otra cosa que la contemplación de cómo seca la pintura en la pared”.

– Moscardón Bistrot (Ed. Yerba Mala Cartonera, 2010)

Autores recomendados:

-Michel Houellebecq (Francia)
-Andrés Florit (Chile)
-Anahí Maya Garvizú (Bolivia)
-Rodolfo Reyes Macaya (Chile)

Juan Pablo Salinas

 

(de «Kobayashi» inédito)

 

Tarde

Haciendo sonar las pantuflas cruzo el parque.
Los últimos trazos de acuarela desaparecen sobre el cielo húmedo.

Alguien toma esta imagen, pone un clavo en la pared, la enmarca, la cuelga.

Alguien escribe a lo largo y lo ancho; del revés.
Como si pudiera surgir alguna idea utilizable.
Aunque nada. Tan solo la impresión del día que acaba.

El mundo de esos diminutos insectos que se agitan por última vez entre la hierba.
Pequeñas patas que se levantan, largas antenas que otean.
Y un salto para quedarse ahí

con todo el vientre al aire.

 

El bauprés

Hoy que el sol quema y el viento ha abierto invariablemente huecos en las hojas
me vistes del color de tu pelo; en tus ojos y tus pasos.

Estoy aquí como en algún otro lado. Y aunque mi irreprochabilidad es imperdonable,
sufres de estrangulamiento e incomodidad.

Me abres, y en la perfecta impersonalidad del día,
los sonidos se elevan y se pierden como globos.

El bauprés, esa palabra que nunca entendiste, viene derecho hacia ti.
A limpiar tu pura identidad de mi ayuda.

 

En el centro

En el centro, donde el mejor juego,
el más peligroso:
alguien estudia su juventud y la encuentra seca,
vacía, porosa al tacto.

Con su vida de nada y sin motivo aparente;
la acedia de un árbol en medio del bosque,
retorcido, hecho mierda

toma esta piedra helada brillando aquí al sol.
Tan vieja y tan linda,
que castigaría –celosa
al arbusto por sus ocurrencias.

 

Balance

No hay victoria posible
que no se asemeje a la del perro.

 

Portátil

Y cuando el miedo sobreviene, las consecuencias imprevistas: agujas en los huesos, la sensación de un órgano removido cuando dejas de escribir.

Conserves tu cuerpo o hayas envejecido mucho este año;
ofendido o excluido, hundido en el lenguaje y sin oportunidad ante lo evidente:
te has enseñado a vivir con poco y sin trascendencia.
En la flexibilidad de una vida portátil.

 

La felicidad

La felicidad es superable.
Uno la guarda en su caja de cristal y se va al trabajo.
Sólo los que preguntan por ella pueden verla
(acompañados de un comentario balanceado)
exhibida como si describiera a un idiota.

El día en que mirando por el cerrojo, descubres que ella, tu tía, la paralítica, camina perfectamente sobre la punta de sus pies.

 

Veinte minutos entre dos tomates

Un día frenas, te arrepientes
dudas veinte minutos entre dos tomates
y te sientes entre esos que no acaban nunca
de adaptarse
pero que de algún modo se las ingenian.

Las condiciones del reino son frágiles.

Por algo los huevones que se creen dueños de su cuento, están enloquecidos.

 

*

Uno corre liberado de su correa
para tarde o temprano volver a casa.

 

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