“Estamos muy lejos de la Pintana?” Taller de lectura y escritura | Juan Carreño | Chile

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Biografía

Juan Carreño (Rancagua, 1986). Ha publicado Compro fierro (poesía, 2008), Bomba Bencina (poesía, 2012), Ir a La Trinchera (crónicas, 2015), Oxicorte (poesía, 2016), Budnik (novela, 2016), Paramar (poesía, 2019) y Neozona (crónicas, 2020). Es uno de los fundadores de la Escuela Popular de cine y ha realizado los cortometrajes Santo Tomás, entre la iglesia y los pacos (2011) y Hola mi nombre es Óscar Lucero y les tengo una pregunta (2018). Actualmente está a cargo de la construcción de una biblioteca comunitaria en su barrio, en el distrito de La Pintana, en la Región Metropolitana de Chile.

 

«Creo que Latinoamérica es una gran pobla»

 

Estás próximo a comenzar un taller de poesía. ¿Podrías contarnos sobre tu experiencia en ellos? ¿Cuál consideras que es su aporte? ¿Cómo afectan los procesos particulares de quienes se hacen parte? ¿Qué se aprende?

Yo me forjé en talleres literarios durante mi adolescencia, principalmente asistiendo a los que daban en Balmaceda 1215, en Santiago, donde tomé los talleres de poesía de Mauricio Redolés y Germán Carrasco, entre otros poetas connotados. Llegué muchas veces a faltar a clases en el colegio para ir a los talleres. Fraguarse tallereando hace bien en cuanto a tomar conciencia de lo que se escribe, a respirar cuando se lee, recibir críticas y leer a los demás compañeros. Hacer un taller sirve también para bajarse los humos. Recuerdo una entrevista de Jorge Teillier en la que decía algo así como que los talleres literarios no servían, y estoy de acuerdo, hay gente que puede  trabajar su escritura en solitario (aprender y gozar a estar solo), pero también hay otras personas que aprenden de su experiencia con los demás, y el taller es principalmente un espacio para compartir conocimientos, trucos, atajos.

Luego pasé de tomar talleres a darlos. Esto se dio a medida que yo iba publicando libros y demostrando que quizás sabía ciertas cosas, pero no es tan así, todo es práctica y disciplina. Cualquiera puede. Hay que pasar de ser un consumidor o un usuario, a un creador de cultura. Todos producimos, hay que darse cuenta de eso. No creo que se pueda “enseñar a escribir bien”, se pueden compartir lecturas, discutir significados, reescribir lo que produce un compañero de taller, pero la aventura de lanzarse a escribir es más bien solitaria, y un diálogo con un montón de güeones muertos. Tallerear es una sesión de espiritismo a la chuña donde puede aparecer Jaime Sáenz o Gabriela Mistral, para puro darte jugo. El acto de escribir y leer poesía es algo muy íntimo, por eso desconfío cada vez más de las lecturas públicas. He realizado talleres en varias cárceles de Chile (Puerto Montt, Valdivia, Santiago 1, Sename) como en juntas de vecinos, escuelas y centros culturales. Trato de que se juegue mucho, analizar chistes, invitar a la práctica de la escritura como un goce y no como una güeá lejana e inaccesible: cartas de amor por güasap, por ejemplo.    


Háblanos del nombre de tu taller y coméntanos, ¿cómo nace la idea de esta propuesta?
¿Qué contenidos piensas abordar? ¿Cuál será la dinámica? ¿Quiénes y cómo podrán sumarse? 

 “Estamos muy lejos de la Pintana?”, es el nombre que lleva este taller, se llama así porque hacer una convocatoria sin nombre y que el afiche diga solamente: Taller de escritura creativa a cargo del poeta tanto o algo similar, es muy poco sexy. La Pintana es la comuna donde radico la mayor parte del año y donde vivo desde niño, acá en Santiago de Chile, y es un barrio que podría ser la colonia Obrera en Ciudad de México, El Alto en La Paz o Alto Hospicio. Creo que Latinoamérica es una gran pobla. Y el taller pretende eso: leer autores latinoamericanos, evidenciar influencias, invitar al viaje. Otra parte fundamental del taller es el desarrollo de propuestas de obras de los participantes, proponer ejercicios de escritura y así reconocer lo que se escribe.

Este será un taller gratuito y su formato será virtual, están invitadas todas las personas que quieran participar, su duración será de largo aliento: 8 meses, una sesión a la semana. Para postular deben enviar una breve biografía y una muestra de no más de tres páginas al correo indicado en el afiche.     


Durante el último año un gran número de talleristas ha optado por el formato virtual. ¿Cuáles consideras que son los pro y los contras de esta modalidad? ¿Ya la pusiste en práctica o es tu primera incursión en talleres a distancia?
 

La modalidad virtual sirve para convocar diferentes personas en muchos puntos geográficos a la vez, poetas de Oaxaca, Bogotá, Managua y Punta Arenas se han inscrito. La idea es que el taller se propicie como lugar de colaboración y generosidad. Encuentro la raja esta posibilidad de conversar desde distintos territorios sobre escrituras y poéticas. 


Por último, ¿podremos conocer los resultados de este taller? ¿Tienes en mente alguna publicación final?

En el taller hay una propuesta, y es que se pueda publicar algún trabajo colectivo y/o una antología de los talleristas, lo que no es una gran novedad para un taller literario, pero sabes qué?, un taller es también una excusa para practicar el pudor por medio de la escritura, ahí dependerá de cada integrante, nadie está obligado a publicar, la publicación de un texto no debe ser el objetivo en este taller, ya que talleres para ganar concursos, hay varios. Lo que se pretende acá es la honestidad en la creación literaria y en cómo encontrar el goce en esa creación.    

 

Postulaciones abiertas hasta el 9 de Julio.

 

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