Elena Anníbali | Argentina

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Elena-Annibali

BiografíaPublicaciones

Nació en Oncativo, Córdoba, el 19 de abril de 1978. Vive actualmente en Córdoba Capital. Estudió Letras Modernas en la Universidad Nacional de Córdoba. Se dedica a la docencia y la investigación. Participó en antologías de poesía y narrativa corta de Argentina y el exterior.

-Las madres remotas (Ed. Cartografías, 2007)
-Tabaco mariposa (Caballo negro editorial; 2009)
-El tigre (Eduvim, 2009)
-La casa de la niebla (ediciones del Dock, 2015)

ELENA ANNÍBALI

 

MADRE

Mi madre, la Esquiva, la Lejana,
la perra blanca con sus tetas de leche,
con sus dulces venas azules agigantándose en la noche de la fiebre,
trepando las paredes para chupar mis sombras,
con su hermoso pico rosa, con todos sus brazos.
Mi madre tiene saudade de las ciudades que ha dejado atrás,
de donde le viene el cabello negro, suoi occhi de guerra.
Viene levantándose desde el poniente,
una Galatea de las esferas, que rueda sobre el mundo,
que lo impregna brevemente de sus perfumes,
y desde entonces, nada existe, sino su raza mezcla de bestia e inglés,
nada, sino sus cacerolas trashumantes, sus estropajos,
las vendas con nuestras sangres que guarda como sudarios.
¿Será ella, ese violento olor a almizcle que anuncia la mañana?
¿Dónde se anuncia su heredad en mi cuerpo?
Y a partir de la pregunta, aparecen las cicatrices, las alas,
la sal bajo la lengua, ese como a olor a humo y a calandria,
y todo el resto, todo, como una triste Barataria de sueños.

(De Las madres remotas)

 

EN EL PAVIMENTO

en el pavimento queda
por la tarde
la sangre seca
de las perras en celo

algunos
las agarran del cuello y las hacen morir:
no soportan la libido gloriosa
que alborota los machos
los mechones de pelo en las puertas de alambre
el olor rijoso del orín
en los carteles de las tiendas

las perras son dóciles al entrar
en las bolsas de nylon
obedecen y se pliegan al tamaño
enarcan los huesos
se acomodan a la muerte
al silencio

conozco esa mansedumbre de haberla ejercido

basta tocar la marca roja en el cuello
para evocar soga y dueño
pero yo mordí la mano
y ahora tengo esta libertad
grande
en que me asfixio

(De tabaco mariposa)

 

RAZONES DE GRAVEDAD

cuando el viento es de agosto y pega
como ahora
en la cara
y se levantan remolinos de hojas
de papeles manchados con grasa
pienso en vos

no hay nada romántico en eso
es más simple:
tengo la cabeza sucia
con tus ojos, tengo
los oídos llenos
del coltrane viejo que usamos
esa tarde, ¿o fue
un mingus?

por eso voy por la ruta y escucho
cuando el chofer le dice a otro
que le gusta el viento porque levanta
la pollerita de las pendejas
y veo, en el río,
el caballo flaco arrastrando
un carro de arena
y todo
me lleva a vos

pero no pienses en el amor
lo mismo corre el agua sucia
hacia la cloaca
y es sólo un efecto
de la gravedad

(De tabaco mariposa)

 

1

Es la siesta. Tengo, sobre mi corazón,
el libro de Ishiguro Never let me go.
En la penumbra de la pieza, flota la mariposa gris que de noche
roe la ropa y hace el mismo ruido que los muertos hacen
cuando escarban los muros.
La veo golpearse contra el vidrio; su cuerpo es un solo ojo
hacia donde ella cree está la salvación. Y entonces digo
Señor, no me des la esperanza, la fe.
Señor, no permitas que me queme en la luz aparente
de los faroles a gas. He aprendido a caminar en la sombra,
a encontrar mi ropa, allí, el vaso de agua. He aprendido
a no tropezar con los muebles.
No me hagas pensar ahora, Señor, en el fuego.

(de Quince- Antología de Poetas Mujeres de Córdoba)

 

3

acá creciste, me dijeron, y pienso
en cómo algo que no fuera solidario con la muerte y su eficacia
pudo crecer aquí

sin embargo, en este centro hubo una mesa
donde derramamos los jugos del hambre

al costado, la pieza de la costura y el juego

al fondo, el baño
con una alberca donde, en invierno,
la piel enrojecía por el frío

hubo, una vez, un gran viento,
me explican

vendrá por mí, también,
vendrá y yo guardaré mi corazón en un puño:

hasta ahí llegará su voracidad
y más allá, aún

(de Quince- Antología de Poetas Mujeres de Córdoba)

 

4-

que fue un empujón del diablo
dijeron

que fue la roca
y el mar, de un azul abundoso

que una virgen castísima me confió
un secreto y una duda

con una brasa en cada mano
yo caí, fue
por mis razones

(de Quince- Antología de Poetas Mujeres de Córdoba)

 

soy tan de Dios como una hoja
un perro
un tramo de alambre

pero algo en mí
un monito parlante, un monito
ansioso y rebelado, no se conforma
con abrir la granada y ver
chorrear sus jugos

quiere, además, la gracia
del nombre, la gracia
de la garganta sin sus cuerdas
sin el buitre especular del silencio

sin el humo que ahoga, o la niebla
que enturbia el mundo

yo vine a exigir ese derecho

porque nada gano o pierdo
en todo lo perdido

porque no me importa, si en este salto,
el monito que soy, se cae
en la noche
y descubre, en la encía,
el sabor eterno de la sangre
la verdad de la herida

(Inédito)

 

070513

muchas veces fuimos pobres
no había dinero para ropa o música, pero
el taladro magnífico de dios
caía contra la mañana

las palomas se desbandaban
como si vieran
la comadreja o el halcón

un pedazo de mí entraba en la amargura
como en el pozo del molino
donde la serpiente infectaba
el agua de beber

yo tenía pocos años y ya era
rigurosamente anciana

sabía que el altísimo podía aplastarme la cabeza
enfermar nuestras ovejas
quitarnos el verano, la poca dicha

pero igual miraba siempre para arriba
y bajito decía
que sí, señor, venga a mí la destrucción
lo que deba venir
soy tu surco, señor,
soy tu surco

(De La casa de la niebla)

 

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