Fabián Casas | Argentina

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Fotografía: Soledad Aznarez

Fabián Casas (Buenos Aires, 1965). Poeta, narrador, ensayista y periodista. Estudió Filosofía y dirigió la revista de poesía 18 Whiskys. Fue parte del Programa Internacional de Escritores de la Ciudad de Iowa (EE. UU, 1998). Obtuvo el Premio Anna Seghers (Alemania, 2007). 

Narrativa

  • Ocio (novela, 2000 / Santiago Arcos editor, Buenos Aires, 2008; publicada en España por Alpha Decay en 2012)
  • Los Lemmings y otros (relatos, 2005 publicado en Argentina originariamente por Santiago Arcos editor/ publicada en España por Alpha Decay en 2011 como Los Lemmings y otros)
  • Rita viaja al cosmos con Mariano (cuento infantil, publicado por Planta editora 2009)
  • Titanes del coco (novela, 2015 / Emecé, Buenos Aires, 2015)
  • Diarios de la edad del pavo (relatos, 2016 / Emecé, Buenos Aires)
  • Una serie de relatos desafortunados(nuevos relatos pulentas, 2020 / Eloísa Cartonera)

Poesía

  • Otoño, poemas de desintoxicación y tristeza (1988)
  • Tuca (1990)
  • El salmón (1996)
  • Pogo (1999)
  • Bueno, eso es todo (2001)
  • Oda (2003)
  • El spleen de Boedo (2004)
  • El hombre de overol (2007)
  • Horla City y otros. Toda la poesía (1990 – 2010) (Poesía completa, 2010)
  • Últimos poemas en Prozac (2019)

Ensayos

  • Breves apuntes de autoayuda (2005)
  • Ensayos bonsái (2007, versión ampliada en 2013 como Todos los Ensayos Bonsai)
  • La supremacía Tolstoi (2013)
  • La voz extraña (2014)
  • Trayendo a casa todo de nuevo. Todos los ensayos (Ensayos completos, 2017)
  • Papel para envolver verduras (2020)

Teatro

  • Luis Ernesto Llega Vivo (2018)

 

Fabián Casas

 

 

Foto 1965

 

A las cosas no les importan los mortales.

Ayer encontré esa foto

que ni recordaba,

y te juro que parecíamos tranquilos

en ese simulacro del papel y de la luz.

 

*

 

Aquí en la playa

las cosas parecen adquirir una letanía.

Escucho una canción

de alguna radio hundida en la arena.

En el horizonte hay un barco detenido.

El olor a bronceador,

las moscas

y el ruido de botellas vacías

conforman el peso

de nuestra presencia en la costa.

 

 

Hace algún tiempo

Hace algún tiempo

fuimos todas las películas de amor mundiales

todos los árboles del infierno.

Viajábamos en trenes que unían nuestros cuerpos

A la velocidad del deseo.

Como siempre, la lluvia caía en todas partes.

Hoy nos encontramos en la calle.

Ella estaba con su marido y su hijo;

éramos el gran anacronismo del amor,

la parte pendiente de un montaje absurdo.

Parece una ley: todo lo que se pudre forma una familia.

 

 

Final

Este es el patio donde fui chico.

Las baldosas se han gastado un poco y las plantas

han crecido por las rendijas de las paredes.

En esta soledad de la casa deshabitada

tengo la terrible certeza de estar parado sobre una equivocación.

No todo es tan duro, ya lo sé;

pero convengamos que esta falsedad

de tensar los poemas con una catástrofe

se ha convertido ahora en mi segunda naturaleza.

Cuando veo a la gente besándose en las plazas

no puedo dejar de creer en un futuro

donde los únicos vestigios del amor

serán videos

pornográficos.

(de Tuca, 1990)

 

 

Doxa

No debería perturbarte

el ruido que hace tu viejo con la boca

cuando come. Ni la ordalía de bolsillo

en las horas pico, o tu scrum privado

contra los malos pensamientos.

No deberían perturbarte

los novios que acumulan en las piezas paternas

sus artefactos domésticos,

ni las mujeres en las peluquerías,

con sus gorras de goma,

cuando palma la tarde…

Alguien talla, desde que naciste,

un ostracón con tu nombre.

No debería perturbarte.

 

 

Horla City (remixed)

Se acabó la bossa nova

y empezamos a correr el dial.

Los pájaros hambrientos

que estuvieron viajando durante la noche

ahora picotean los techos de nuestros autos.

Las calles están cortadas, no hay comida

y ya nadie cree

que podamos organizar el próximo Mundial.

 

(de Oda, 2003)

 

 

Papel de arroz

Mariano, los chicos interrumpen el fulbito

para dejarme pasar.

Soy el hombre del piloto

abrazado a su botella de Wild Turkey

caminando sobre papel de arroz.

Tres miligramos a la mañana

y tres a la noche hacen que no me preocupe

por mis ejércitos metafísicos.

¿Te acordás, Mariano, cuando salimos

escoltados por la policía

de aquella cancha oscura y peligrosa?

¿No era glorioso sonar en todas las radios

y poder identificar a nuestros héroes?

 

 

El spleen de Boedo

Sé lo que hicimos el verano pasado

cuando el heladero cruzaba las calles

bajo el desierto spleen de Boedo.

Y abombado por el calor,

dormía en el garage,

el perro siberiano de los Scardanelli.

El verano pasado: pisado.

Los cigarrillos doblados, olor,

la voz de Roberto Carlos en los parlantes de la avenida.

Como una resistencia eléctrica

cuyos filamentos se apagan lentamente

la tarde roja vira al negro

y empieza la percusión de los postigos

tocados por el viento.

Bajo los látigos del agua, las plantas.

En las ventanas, los mosquiteros.

Las cortinas hechas con largas tiras de plástico,

bailan en las puertas de las cocinas.

Y se encienden los espirales en las mesitas de luz.

 

 

Meditación

Para Silvina Climis

Sitiado por los cigarrillos y el whisky,

escucho que alguien mete mal un cambio en la calle.

La noche es dura y las noticias son malas.

¿Guardo la Elegía en el freezer

para comerla cuando llegue la inspiración?

Que quede claro:

Esos globos inflados con gas

pegados al techo

donde hubo una fiesta,

son mis sentimientos.

 

 

(de El spleen de Boedo, 2004)

 

 

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