Fernanda Cárdenas (Santiago de Chile, 1996) es profesora de Lengua y Literatura en enseñanza media y Licenciada en Letras. Ha activado en distintos espacios de organización en torno a las disidencias sexuales. A propósito de su participación en la Colectiva Pizarra Chueca entre 2020 y 2021, participó de la escritura colectiva de “Las escuelas como monumentos”, texto convocado y publicado por Revista Yene, específicamente, en su número Epulechi. Actualmente, participa en distintos talleres de poesía e inicia su primer proyecto de escritura.
- Cárdenas y García. “Las escuelas como monumentos”. Revista Yene. 2021. Web. Las escuelas como monumentos – Yene revista
– Isidora Sánchez
– Victoria Ramírez
– Esther Margaritas
– Kütral Vargas Huaiquimilla
– Roberto Ibánez Ricóuz
Fernanda Cárdenas
I. Oración contra el descalabro
Paseo ciego del tacto
rastrea luciérnagas
arribabajo
saqueo de estrellas
los edificios engullen glotonería eléctrica
demasiado neón para que no se vea nada
rastreo de fósforos encienden una vela ante el apagón
llamas
la muerte a la vuelta de la esquina
una constelación en el sistema estelar
la insistencia de hacer aparecer esqueletos en la arena
voltear el tiempo en que se marchitan los juguetes
gracias por favor concedido
desastre desocupa el templo.
II. Regadío
Un charco refleja los cables,
fuegos artificiales del alambrado
caen al agua.
Los hilos arrastran descomposición en los surcos del cemento.
Residuos aglutinan
el oxígeno y el hidrógeno
moléculas líquidos toxina
la tinta borrosa de las boletas
sobras de almuerzo
sobremesa cansancio
el exceso de las horas circula
lacrimógena
por las tuberías.
Lágrimas caen de los cuerpos deudos alimentan el arbusto de la buganvilia.
El humo de palabras
en el amarillo de un filtro
flota en el agua que salpica una llanta
sobre los cuerpos agobio del paradero.
Las casas gotean secretos
se diluyen en las grietas calle.
No es solo agua la que riega el árbol de la esquina
los ciruelos maduran su hidratación carroña
deglución de fructosa cadavérica
aguas servidas
en un vaso contra la sed.
III. Dinamita el valle
Crespúsculo deseo de un ardor definitivo
extinción que clausura
las esquinas del laberinto,
del neón vienes y en neón te convertirás.
La pesadilla destas veredas
Chilectra
será una nube de gas en el horizonte del hombro.
Aullido de sirenas,
prefieres taparte los oídos, huir
por la ruta de sombras
escama la piel para no ahogar el retroceso.
Dónde estuviste
mide la distancia
el recuerdo estalactita en la pestaña.
La ruta dispara contra la casa
no hay retorno sino en las trampas que anudas
migas de fuego
contra el hogar la avanzada.
Al final de la excavación
te será dada el agua.
IV. Ante el sonido del mar
Qué puente se tiende
entre una boca y las ausencias.
Con qué lenguaje accede
al escondite de la infancia
y envía una carta a los muertos.
Pareciera que las últimas palabras no distan de las primeras.
V. Una cueva dentro de una cueva
dentro de una cueva
una voz
lontra felina.
La sal del agua se mezcla con la sal
de las lágrimas
ojos que duermen
sueño
la palidez los huesos las arrugas de agua
bisagras óxido hongos en las ampolletas
La sal de las aguas
que de dentro sale a llorar junto al mar
arrastra
arrastra una casa cuerpo
que se va.
Entre conchas moluscos se enreda
entran algas a sus cavidades
a sus bisagras
ampolletas
cerrojos
jadea el cadáver mientras la corriente
jadea la casa sus umbrales
la maleza de los rincones
jadea un grito ahogado la boca verde de algas
mientras ella
lontra felina, duerme.
Jadea un cuerpo
que la corriente arrastra dentro de la cueva
dentro de una cueva de una cueva
asoma el manto espumoso
un rostro de cuencas vacías.
V. No es mi lengua la que habla
Me he tendido sobre el cerro para que cante el cauce.
La luz blanca entre las siluetas
cuerpos pretéritos
nadan
la recuperación ultrajada de su nombre.
Las manos que arrojaron olvido
no resolvieron la eternidad.
Recuerdos borraron huellas
palabras piden espacio para pasar por la garganta.
No se puede pensar sino en el blanco
la luz
encandila
las visiones secretas del agua.
VI. Practicar la excavación requiere
abnegación de uñas contra el barro
que la mano persevere piedras
granito entrometido
la proyección de una fantasía
practicar la excavación requiere
un túnel que traslade articulaciones
oscuridad larga
una luz aparece, el final
que tu cuerpo se deslice en el hueco
que separa del mundo
dos puntos extremos.
practicar la excavación requiere
memoria travestida
anacronía de voces en la erosión
disfraz de recuerdos sedimentados
una madre que se despide en la puerta
fruta explotada en las páginas de un cuaderno
acumulación de disculpas
ombligo vaciado de sí
la excavación requiere
reiterar el gesto de asombro
ante el advenimiento del agua
intención desesperada
competir contra la absorción de la arena
pulgas desayunan entre los dedos
la proyección de tu fantasía
pinzas digieren recuerdos carroña
la excavación requiere
explicar con palabras de este mundo
que partió de mi un barco llevándote.
Comenta