Diego Alfaro Palma

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Diego Alfaro Palma nació en 1984 en la ciudad de Limache, Chile. Es escritor, traductor y profesor de escritura creativa. Licenciado en letras y literatura, librero de profesión y por deformación profesional. Su libro Tordo ganó en 2015 el Premio Municipal de Literatura de Santiago y su traducción al inglés fue seleccionada por la Academy of American Poets en 2018; ese mismo año asistió como poeta invitado a la FIL de Guadalajara, México. Actualmente reside en Buenos Aires.

Litoral Central (Audisea | Pez Espiral, 2017)
Tordo (Ediciones del Dock, 2016 | Editorial Cuneta, 2014)
Paseantes (Ed. Temple, 2009)
Los sueños de los sueños de Kurosawa (Cuadro de Tiza, 2017) [Plaquett] Bicicentrismo. Tratado especular (Taller perronautas, 2019) [Libro objeto] Bolsas (Hojas Rudas, 2017) [Libro objeto] Poesía reunida de Cecilia Casanova (Ed. Universidad de Valparaíso, 2014) [Antología] Con mi caracol y mi revolver. Muestra de poesía chilena contemporánea (Vallejo & Company, 2018)
El pensamiento zorro de Ted Hughes (Limache250, 2013) [Traducción] El copyright es para policías de Banksy (Alquimia, 2018) [Traductor].

-Daniel Lipara (Argentina)
-Catalina Ríos (Chile)
-Florencia Madeo Facente (Argentina)
-Rodolfo Reyes Macaya (Chile)
-Gaspar Peñaloza (Chile)

 

Diego Alfaro Palma

 
 
 

La siguiente selección pertenece a 3_atmósferas, volumen pronto a publicarse en España por la editorial Línea Insurgentes. Este reúne dos libros aparecidos en Chile y Argentina, Bolsas y Los sueños de los sueños de Kurosawa y uno último inédito titulado Facultad de Agronomía.

 

 

(De Bolsas, 2017)

 

BOLSA #1
Las ciudades en estado larvario poseen gran cantidad de semillas a la berma de los caminos. Fuera de una variopinta población de aves, su gran depredador es la bolsa, último animal en estado salvaje que habita en recodos y planicies tanto urbanas como pseudorurales. La bolsa se particiona en distintos especímenes que luego de convivir en el aire se pliegan, transportándose a la sombra de semáforos y carteles que desean al viajero un pronto regreso.

 

BOLSA #5
Las bolsas pueden llegar a vivir durante años arriba de un árbol, al igual que otros seres del reino animal plástico. Compiten con las semillas por la conquista del aire como medio de locomoción y es en ciudades de planos sumamente abiertos en donde alcanzan alturas de vuelo de casi 20 metros. A través de estas adaptaciones, desarrolladas en la última centuria, la bolsa asegura la pervivencia de su especie en zonas alejadas de la atmósfera.

 

BOLSA #14
En el abrazo de un padre y un hijo hay una lógica del plástico; entre la especulación y la materia oscura, una bolsa de valores; entre la cruz y los alienados hay una bolsa de empleo; entre el comunismo y la sarna una bolsa de comercio; entre la simulación y la biología una bolsa de minutos. Y al final, en la avenida interminable, más allá de los carburadores y las sirenas, vertical como un bloque de cemento, hay un hombre envuelto en una bolsa.

 

 

(De Los sueños de los sueños de Kurosawa, 2017)

 

CUANDO LOS PERROS SUEÑAN CON LOS SUEÑOS DE KUROSAWA sienten la casa de sus amos rodeada de dioses, la brisa empujando los pétalos del damasco hacia un arroyo; flotan como polen en el cabello de los muertos.


CUANDO LOS SUEÑOS SUEÑAN A LOS PERROS DE KUROSAWA los ven mansos descansar bajo el alero de la casa, es de noche y las luciérnagas pasean entre sus orejas; también los escarabajos se montan en la cola para mirar desde arriba los caminos que dejaron, las casas a las que no volverán.


EN LOS SUEÑOS DE LOS SUEÑOS DE KUROSAWA el silencio es amarillo en el ángulo de una hoja. Árbol perenne, bosque japonés, azul a lo lejos, esparce su semilla en la pantalla para que nuevos árboles y sombras renueven la tierra y el poema respire.

 
 

(De Facultad de agronomía)

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En ocasiones, cuando salimos a observar los ciclos del mar, se encienden Andrómeda y Orión, a pulsos distintos. De esta manera entran en comunicación con la transparencia del agua y la densidad atmosférica. La humedad entonces se desplaza y envuelve a los cuerpos.

Un manzano arroja su mapa estelar sobre la hierba.

 

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A mi abuela le decíamos libélula, quizás por lo delgada y escurridiza. Le gustaba posar su mano en los hibiscos, sobre los helechos, con devoción. Y en las rosas descansaba la mirada hasta caer dormida, en la silla playera, con el crucigrama en su falda.

Hace unos días vino una a recostarse en el pasto crecido; supe que era ella en estado de transmigración.

 

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El grillo amortiza el sueño de los grandes mamíferos. En las noches de diciembre, en las que el calor alcanza su distribución mayor, la frescura de los pastos conecta su canto con las nebulosas en desplazamiento.

 

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El reggaetón interfiere el lenguaje de las abejas, mediante bajos de gran hondura, valles de sonido que les impiden polinizar.

En zonas alejadas de la presencia humana se las ve repetir las viejas danzas del agua y de la luna. Su zumbido reverbera en las coníferas que sacuden sus copas entre los cables de luz.

 
 
 

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