Juan Santander Leal| Chile

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Magíster en Literatura por la Universidad de Chile. Ha participado en diversos encuentros de poesía y publicado en diversas revistas y medios digitales. El año 2010 participó en la reescritura colectiva de  “La Araucana”, titulada, “Memoria poética”, editada por Cuarto Propio.

Allí estás, 2009, Marea baja ediciones
Cuarzo, 2009, Marea baja ediciones
Agujas, 2015, Ediciones el trueno
La destrucción del mundo interior, 2015, Ediciones Overol


-Mario Verdugo (Chile)
-Natalia Figueroa (Chile)
-Francisco Ide (Chile)
-David Villagrán (Chile)
-Kurt Folch (Chile)

 

Juan Santander Leal

 

(de Cuarzo)

La piel está despoblada al amanecer,
se abre la boca de los peatonales,
las clavículas son caminos cortados,
el pelo negro tapa los derrumbes,
la dentadura es tan difícil de olvidar.
Detrás de la persiana alguien muestra
el cuarzo por primera vez a un niño.
La prosa golpea los muros,
en la mesa hay una negra coliflor
que todavía parece comestible.
Cada siesta es un ejemplo,
Cada hora de trabajo es un ejemplo.
El carpintero espera que su oficio
sea necesario nuevamente
y dos ancianos comparan sus manos
como si fuesen de un metal rayado.

 

Todo comienza con un resfrío,
el sábado reordena las calles,
el cuarzo elige sus antebrazos,
los circos se van de la ciudad.
Las polillas buscan las manos
de los jóvenes para dormir.
Los niños apuestan en la calle,
los profesores conversan con
los quejidos de las micros.
Las antenas desorientan a las abejas
los insomnes pueden ver el futuro,
las novelas no nutren ni sanan,
alguien pica pan para los pájaros.
La hija en el sofá mira a su gato
que rodea la concha donde bebe.

 

Existen diferentes tipos de cuarzo.
El citrino, variedad que homenajea a los artistas del trapecio.
El cuarzo azul es un triste adorno en las casas de los jubilados.
La venturina simula un cuerpo desnudo antes de entrar al agua.
El cristal de roca es usado para calmar la ansiedad de los animales.
El cuarzo límpido es un hombre acariciando la cabeza de su primer hijo.
El cuarzo crepita de vez en cuando, el cuarzo encandila de vez en cuando.

 

(de Agujas)

El mar lija el horizonte ante nosotros
monedas devaluadas por la brisa marina,
las púas me dejaron transitar hasta tus labios.

   Y las maniobras que preparé
      para que durmiéramos de día
            se ríen nerviosamente de nosotros.

Las gaviotas se retiran en silencio
            llevando ropa negra, planchada y nueva.
Los que van desnudos buscan algas rojas
            para depositarlas en tus labios y sanarte.
Los que juntan conchas tienen las manos llenas y no saben qué hacer.
Amanecí con una astilla del sueño en la planta del pie
¿Con qué lupa y qué pinza puedo sacarla?
Encontré una concha de loco
            y en vez de ponérmela en la oreja
            miré en su interior
            y estaba llena de Orfeos.

Ni el oído más vulnerable
      responde los mensajes
            que trae la conchuela.

Aíslo el elemento más triste de una lágrima
y un alacrán diminuto camina por tu frente.

Nunca había visto olas que dijeran tan poco
            ni piedras tan parecidas a un ser humano.

Las rocas protegen la bahía en posición fetal
y no se vuelve a pensar en lo que entra desafilado en la memoria
y no se vuelve a pensar en lo que el mar sutura rápido.

Qué ansia tiene la aldaba que toca las puertas del aire
por tu pelo negro
   largo
      liso
            grueso
los acantilados fueron hechos a mano.

Era fácil para ti transmitir la locución de las olas
      cuya espuma no es ni del día ni de la noche
queríamos vivir en una jaula como los canarios.

El último mes mis pupilas formaron un clavel de sedimento
y tú te fuiste entre las dunas
      como entre mis huellas digitales.
 
 

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