Vilma Tapia Anaya | Bolivia

Etiquetas:    


Biografía

Vilma Tapia Anaya es poeta y escritora. Los últimos títulos de su obra poética publicada son Mi fuego tus dos manos (2012); Árbol, memoria y anunciación (2013); La hierba es un niño (2015) y Lentitud (en prensa). Poemas suyos han sido incluidos en importantes antologías y algunos de ellos fueron traducidos al alemán, al francés, al inglés, al italiano, al rumano, al chino y al coreano. En prosa publicó Fábulas íntimas y otros atavíos (2011); también coordinó y editó los libros: Migración e identidad. Reorganizaciones, adopciones y adaptaciones territoriales en un mundo abierto (2008) y Pido la palabra. Un periodismo cultural para una práctica intercultural (2013). En 2016 realizó la investigación y el estudio introductorio del libro Poesía completa de Roberto Echazú para la Biblioteca Nacional del Bicentenario.
Estudió Ciencias de la Educación en la Universidad Mayor de San Simón de Cochabamba. Se especializó en Educación popular y en Salud Mental Comunitaria, asimismo realizó estudios en Teoría de los sistemas y autopoiesis. Trabajó en el ámbito de la educación para el desarrollo sostenible en zonas rurales de su país, en la gestión cultural, en la investigación social y en la docencia. Actualmente es alumna y profesora de la Facultad de Teología “San Pablo” de Cochabamba.

 

Vilma Tapia Anaya

 

 

¿Cómo enfrentas la escritura del poema? ¿En qué punto consideras un texto próximo a su cierre?

El poema, en cada una de sus apariciones devela y exige su propio proceso de escritura. Y está terminado en el momento en que no acepta ya nada, ni un borrón ni una añadidura.

¿Qué importancia juega la revisión/corrección en él? ¿Existe una lectura por parte de terceros?, y si la hay, ¿cómo dialogas con las sugerencias u observaciones recibidas?

Cada proceso es único. Hay poemas que vienen minuto tras minuto, como un dictado. Esos poemas hacen llorar, vienen cargados de lágrimas, pero no de dolor. Otros aparecen desde la sugerencia, de manera velada, detrás de una visión, en un sonido, en una sensación, en el tiempo de una experiencia particular y de apertura. La escritura es siempre re/visión, y en ese sentido es pregunta por, es re/paso sobre la experiencia, así deviene pensamiento.

En el proceso de gestación para mí el poema es secreto. Pero al final, cuando estoy preparada para publicar un libro en el que he dispuesto un orden para ciertos poemas, tengo lectores, claro. El lector obligatorio es mi hijo, Andrés Laguna. Además de él, busco a cierto amigo o a cierta amiga, alguien con quien esté conversando en esos días.

¿Consideras que el poema ve afectada su naturaleza cuando alguien sugiere modificaciones y el autor acepta estos cambios? ¿Pierde autoría?, ¿se colectiviza el poema? ¿O este proceso resulta, más bien, parte de una operación complementaria que no interviene significativamente el texto?

La naturaleza de un poema puede desvanecerse en un proceso de escritura, eso es posible, y es posible que desaparecida la naturaleza, quede algo, lo suplementario, algo del ramaje, pero ese fenómeno se da de manera definitoria del resultado en la intimidad y la soledad profunda del autor, no por la lectura de alguien más, aunque el proceso hubiese sido impulsado por la lectura de alguien más.

Es un tema complejo el que planteas en estas preguntas. Una gran poeta amiga mía me dijo que jamás muestra sus poemas antes de que estén publicados. Esto me lleva a pensar que el lector debe ser siempre alguien cuidadoso, y es responsabilidad del poeta encontrar alguien cuidadoso.

Podemos pensar tus preguntas desde lo que sucede en los talleres o en los colectivos poéticos. Cuando hay una intervención desmedida por parte de quienes participan de un colectivo, es claro, el poema se colectiviza, como dices. Y quizá hasta deja de ser un poema.

Toda sugerencia debe comportar respeto hacia la esencia del poema y hacia la esencia de quien lo ha recibido. Además, pienso que toda sugerencia de fondo debe ser hecha con tiempo, sin premura. Los puntos y comas que, por supuesto son parte de la escritura, requieren menos tiempo, pero una sugerencia de fondo debe ser pensada desde la consideración absoluta con el poema y con el poeta.

¿Qué es lo que el autor no ve en su propio poema?

Lo que de su poema se le oculta. O lo que no puede ver, sin más, lo que su estructura no le permite ver.

No solo es posible, sino frecuente, que un poema manifieste para otros lo que el autor no vio en su poema. Esto es común en cualquier creación artística. La obra del arte, en el sentido textual de este término, el poema, puede configurarse y situarse más allá del autor, en otro espacio, quizá ya inaccesible para el autor.

Y también sucede que, tarde o temprano, el autor puede ver más de lo que vio en su propio poema.

Por último, a nivel nacional, ¿existen dinámicas de lectura crítica —previa publicación— entre el sello editorial y el/la poeta?

No lo sé, a mí solo me ha sucedido que Blanca Wiethüchter, cuando junto a Alberto Villalpando sostenía el sello editorial El hombrecito sentado, me diera alguna devolución de su lectura, siempre cómplice y llena de amables preguntas que inevitablemente una las convertía en sugerencias. Pero, recuerdo que un gran poeta joven me comentó una vez que el editor o la editora de una casa editorial le dijo que debía madurar su escritura. Yo creo que ese poeta estaba dando ya entonces mucha luz a la poética boliviana. El lector de poesía tiene que ser un lector dispuesto a ver el enigma de lo que hay, de lo que está asomándose.

Por lo demás, creo que la figura del editor antiguo, ese que de alguna manera configuraba el camino de un escritor, se dio en ámbitos editoriales ricos y dedicados a publicar prosa más que poesía. La poesía no promete éxitos editoriales… solo alguna lo hace cuando es póstuma.

 

Colaboraciones relacionadas

Comenta

Tu email no será publicado. Los campos marcados con * son obligatorios

Síguenos por redes

Nos encuentras

Proyecto mARTadero | 27 de Agosto con Ollantay | Cochabamba - Bolivia

+591-4-4588778

laubreamarga@martadero.org